Se consideran elementos de las tierras raras los 15 lantánidos, más el itrio y el escandio.

Aunque no seamos conscientes de ello, en la sociedad actual estamos continuamente en contacto con productos que contienen elementos o compuestos de las tierras raras. Desde un teléfono móvil hasta los billetes de euros. Las tierras raras han llegado a ser consideradas imprescindibles por permitirnos conseguir prestaciones hasta hace poco impensables en productos de una enorme cantidad de campos: electrónica, iluminación, automóvil, medicina, militar, etc. En muchas de estas aplicaciones son totalmente insustituibles, debido a sus especiales propiedades físicas y químicas.

Ahora bien, tanto la extracción como el procesamiento de las tierras raras o la obtención de los metales puros, causan un elevado impacto ambiental: son muy difíciles de obtener. Además, en los minerales de los que se extraen estos elementos es muy común la presencia de elementos radiactivos como el torio o el uranio.

Sin embargo, como contrapartida, gran parte de la demanda actual y futura de las tierras raras es consecuencia de su utilización en las denominadas tecnologías “verdes”: aerogeneradores, automóviles eléctricos, lámparas de bajo consumo, etc.  Esta es la paradoja de las tierras raras: son materiales sucios para tecnologías limpias.

Una solución deseable para disponer de elementos de las tierras raras sería el reciclado de las mismas de aquellos productos que los contienen y que son desechados. De este modo podría desarrollarse una estrategia hacia una economía más verde de las tierras raras. No obstante, el reciclado de los productos que contienen tierras raras es algo extremadamente difícil y actualmente inusual