La Ley 1/1970 de Caza, reconoció al lobo la calidad de “especie cinegética”, solicitada por Felix Rodríguez de la Fuente en una intervención en el Congreso de los Diputados. El “amigo del lobo” se felicitaba porque al ser especie de caza regulada por esa Ley, disponía el lobo de un estatus proteccionista por la propia ley, que solamente permite cazarle durante el periodo hábil, quedando protegido y vedada su caza durante los ocho meses restantes.
Se acababa una condición histórica que había considerado al lobo como animal dañino, pues la anterior Ley de caza de 1902, le enrolaba entre los fieros y salvajes, y no sólo permitía su caza durante todo el año, sino que ordenaba, –como las reales órdenes anteriores–, que los ayuntamientos organizaran batidas y envenenamientos con nuez vómica (estricnina) y que pagaran las recompensas de 15 y 20 pesetas por cada lobo o loba, muertos. Derivado de esta Ley apareció la figura controvertida del antiguo alimañero, amparado por el Decreto del 11 de agosto de 1953 que creaba las “Juntas provinciales de extinción de animales dañinos y protección de la caza” que permitía cazar los entonces llamados ‘animales dañinos’ todo el año. Todas estas consideraciones en contra de la dignidad de la especie, se acabó al ser considerado el lobo como especie cinegética, cuestión que nos llena de satisfacción a los cazadores.
Con la veda para la mayoría de las comunidades, durante la década de los setenta y considerando al lobo solamente cinegético y cazable por encima del Duero, la especie ha vuelto a ocupar todo el cuadrante noroeste peninsular encontrándose actualmente en franca expansión, colonizando ya territorios de comunidades limítrofes. Esta situación nos hace concebir la esperanza de que en breve entrarán en contacto los primeros lobos periféricos, provenientes de las poblaciones saturadas de Castilla y León, con los escasos reductos de lobos supervivientes de las comunidades del sur de España.
Por lo que respecta al principal núcleo poblacional de Castilla y León la situación no puede ser más esperanzadora al haber aumentado las manadas el 20% en doce años, desde el censo de 2000-01al de 2012-13, pasando desde 149 manadas censadas a primeros de siglo, a las 179 del último censo. Podemos concluir que la caza prudente permite a las poblaciones de lobo progresar adecuadamente.