En 1942, cuando Le Corbusier acaba de publicar la Carta de Atenas, el manifiesto urbanístico referencial del siglo, el ingeniero madrileño Paz Maroto está trabajando en su proyecto editorial sobre ingeniería sanitaria urbanista (urbanización, abastecimiento, saneamiento de aguas, pavimentación y tráfico, limpieza y tratamiento de basuras, y servicios urbanos sanitarios). Ni el genial urbanista ni el prolífico ingeniero podrían sospechar entonces que la intensa especialización y compartimentación del conocimiento técnico que caracterizará las siguientes décadas, cavará un foso entre la ciudad y el agua, entre el urbanismo y la ingeniería sanitaria. Tan profundo, que un diagnóstico internacional de la gestión actual del agua urbana sugiere que la rápida e insostenible urbanización del territorio, con una gestión hídrica ineficaz desconectada del enfoque de cuenca y en un escenario de cambio climático, amenaza el abastecimiento de agua y aumenta el riesgo de inundaciones. La denominación habitual ‘ciclo del agua urbana’, ciertamente poco afortunada, se viene utilizando para referirse a las redes de abastecimiento y saneamiento, que han seguido de forma reactiva a los desarrollos urbanos, diseñadas como proceso lineal (no integral) de abastecimiento, uso-consumo y saneamiento. En este escenario poco sostenible y de baja seguridad hídrica, tanto el urbanismo como la gestión del agua están sometidos conjuntamente a tensiones de cambio que demandan como resultado un desarrollo urbano más integral y sostenible.

Desde la parte del agua se están promoviendo en el ámbito internacional enfoques estratégicos como el de Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH), cuya finalidad es mejorar la eficacia del uso del agua, fomentar la equidad del acceso al agua y garantizar la sostenibilidad. Estas estrategias demandan nuevos modelos de gobernanza, que a su vez exigen cambios a los operadores tecnológicos que intervienen (planificación, diseño, construcción y gestión) sobre el sistema de agua urbana; quienes se ven en la necesidad de reconstruir la estructura conceptual del sistema de agua urbana y hacer reingeniería de las técnicas empleadas en sus intervenciones, de modo que el nuevo sistema de agua urbana pueda adecuarse a las exigencias de sostenibilidad, integralidad y ecoeficiencia que demanda un desarrollo urbano más sostenible. En el agua, esta nueva cultura (conceptual y tecnológica) orientada a un desarrollo urbano más sostenible, se está articulando desde la ingeniería ambiental sanitaria a través de lo que se ha denominado muy recientemente como estrategia de Desarrollo Urbano Sensible al Agua (DUSA), un reencuentro entre el agua y la ciudad.